jueves, 12 de marzo de 2009

El sueño perfecto.

Era un día nublado, pero igual un sol distinto se hacia sentir, otro sol, tú sol. Vos y yo en algún lugar. Estabas increíblemente hermosa, con ese color único que caracteriza a tu piel, y esos hermosos labios con el mismo color que se me aparece en la cabeza al cerrar los ojos, simplemente parecías hecha para mí. Todo era perfecto, estaba viviendo la felicidad y parecía que iba a permanecer en ella por mucho tiempo. Nos sentamos a comer, la comida era horrible, pero ya nada importaba por que la compartias conmigo. Las moscas se acercaban y molestaban como queriendo hablar nuestro idioma y queriendo decir algo, parecían tratar de advertirnos que esa no era nuestra vida, que no nos correspondíamos, pero jamás pudieron atravezar la burbuja, tu burbuja, la q cree para cuidarte y protegerte sin que puedan herirte y así se fueron. En definitiva, solo eran moscas. La bebida por momentos era amarga, pero la tragabamos igual, casi de manera rutinaria e inevitable, parecía representar las cosas amargas que debemos superar en la vida. El clima estaba un poco frío, pero tu presencia me quemaba, simplemente ella hacia que todo sea perfecto.
El pasto estaba un poco alto, pero al terminar de comer nos recostamos en él donde comenzamos a reírnos, probablemente no recuerde de que me reía, pero lo disfrutaba mucho. Hablabamos algún lenguaje extraño que era difícil de comprender para otros, por que era nuestro lenguaje.
En la noche te acostaste, cuando entré al cuarto y estaba dormida. Temblaba y sus cejas estaban tensas como viendo algo que no quería ver o talvez escuchando algo que no quería oír. En ese momento la cubrí con una sabana y besé su frente, y no solo dejó de temblar, sino que también sonreía. Ella sintió mi presencia y sabia que siempre iba a estar para cuidarla de todo lo que le podría hacer mal. Desvelado me acosté a su lado y no pude dejar de mirarla dormir, hasta que acariciando su pelo el sueño me atrapó.
Al día siguiente desperté, pero no estabas a mi lado. Sorprendido miré a mi alrededor y no era el lugar en el cual nos habíamos acostado, era mi cama y mi habitación. Desesperado me acerqué a la ventana, estaba lloviendo y el sol no aparecía. Salí al jardín y ya no había moscas, el pasto estaba corto, pero ya no estaba ahí para poder tirarnos a reír. Me senté a comer la comida era rica, pero no me importó por que no la podía compartir con ella, así que entonces no quise comer. La bebida era dulce, como tratando de explicar que ya no había problemas ni tragos amargos que tener que tragar, pero si he de elegir, elijo los tragos amargos a su lado. Aturdido y triste me volví a acostar, parecía haber dormido por horas, días, hasta meses. Y si, todo había sido un sueño, un sueño se robó mi sonrisa y de nada sirve disfrutar las cosas buenas si no está conmigo.
Simplemente sin ella no soy nada. Y ahora me acostaré cada noche con la esperanza de volverla a encontrar, y si lo hago, rogaré jamas volver a despertar.