El sol y la luna brillaban para mí sin artificio;
me despertaba entre apacibles pensamientos,
y al amanecer plegaba mis hojas para hacer mis oraciones.
No veía nada de malo, pues no tenía ojos;
No veía nada de malo, pues no tenía ojos;
no escuchaba nada de malo, pues no tenía oídos;
¡pero me vengaré!
- Discurso de la mandrágora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario